“En tiempos de cambios profundos los que saben aprender heredarán la tierra, en tanto que los que creen saberlo todo se encontrarán bellamente dotados para manejar un mundo que ya no existe más”. Eric Hoffer.
Estamos viviendo en un tiempo de cambios exponenciales. Sea que nos demos cuenta o no, los cambios a todo nivel se dan cada día a nuestro alrededor con mayor velocidad. Estos cambios implican nuevos descubrimientos en lo científico, avances en tecnología, en conocimientos, en crecimiento personal y en revoluciones sociales. Y todo esto está pasando aquí y ahora a nuestro alrededor, alterando de forma importante el mapa social y geopolítico del mundo que hoy conocemos.
En toda la historia de la humanidad, que se remonta según algunos científicos a algo así como 160.000 millones de años, nuestro ADN solo ha cambiado un 7% con respecto a los primeros homínidos, y de este cambio, aproximadamente un 5% se ha dado en los últimos 200 años; es decir, hoy somos literalmente diferentes a la casi total de hombres que han vivido en la tierra en toda su historia. Este cambio en nuestro código genético ha propiciado el surgimiento y desarrollo de la raza humana y ha despertado cambios exponenciales en nuestras estructuras sociales y formas de vida. Hoy vivimos en un mundo globalizado, con acceso a tecnología y conocimiento casi infinito desde nuestro teléfono celular.
Todo esto ha traído consecuencias positivas y negativas, claro está. Cada vez hay más guerras, intereses económicos encontrados, luchas de poderes de las grandes potencias por el dominio mundial, etc. Esto no es nuevo, y lo ha vivido la tierra desde que los Romanos y los Barbaros intentaron obtener el dominio global.
Sin embargo, quisiera enfocarme en los cambios positivos, aquellos que por su misma naturaleza son menos escandalosos y tienden a pasar desapercibidos. Son aquellos cambios que se están dando en nuestro colectivo social, a niveles tan profundos que rara vez nos damos cuenta y que nos están permitiendo a todos iniciar un proceso de mayores preguntas, las cuales es posible nos puedan conducir algún día a emprender un mejor camino de vida y de evolución.
Hoy nos estamos haciendo preguntas sobre nuestros regímenes de gobierno: ¿son nuestros dirigentes competentes?, ¿nos están prestando atención?; estas preguntas simples han llevado a revoluciones como la de Ukrania y Egipto. Nos estamos cuestionando sobre nuestra sostenibilidad, la dependencia de combustibles de origen fósil, las semillas genéticamente modificadas. Estamos replanteándonos la educación, el bullying, los valores a nuestros hijos y tantas otras cosas, que hacen que estemos viviendo una de las épocas más maravillosas de la historia humana, comparable tal vez solo con el renacimiento, época con la cual compartimos el inmenso deseo de repensar las costumbres establecidas, buscando nuevos ideales y tratando de reconfigurar las fibras sociales.
Estos procesos están llegando también al nivel personal, y están tocándonos a cada uno de nosotros. Cada vez son más las personas que se preguntan porque hacen lo que hacen, porque viven como viven y porque creen en lo que creen. Estas preguntas están abriendo la puerta para un nuevo nivel de conciencia, en el cual somos cada día más cocientes de que nosotros somos los únicos responsables de nuestras propias realidades. Esta nueva realidad nos invita a repensar nuestras vidas desde la pregunta más antigua y básica de ¿para que vinimos a este mundo?. Esta sola pregunta, tan infinita y abierta como es, nos lleva a profundizar en cada una de nuestras actividades y estados de nuestras vidas, buscando entender la razón real (ó el problema raíz) que nos lleva a vivir como vivimos. Algunos llaman a este proceso el Despertar, algunos otros científicos lo llaman evolucionar en nuestros modelos mentales y de conciencia colectiva y otros simplemente lo llaman estar más atentos y dejar la zona de confort.
Sin importar como lo llamemos tú o yo, lo importante es que estemos alerta a este nuevo cambio de paradigma, que nos permite cuestionarnos todo y buscar la razón de nuestras vidas. En esta nueva era, ya no es válido decir que estamos en un lugar que no nos gusta porque no tenemos donde ir, que hacemos algo que odiamos porque no tenemos o no sabemos hacer algo más, que estamos con quien no queremos porque no hay nadie más que nos guste o a quien le gustemos; ya no es posible, porque el mundo de hoy nos da la oportunidad (y el deber) de sabernos responsables de nuestro destino, desligando a todos aquellos que por tantos años hicimos responsables de este destino indeseado que vivíamos (padres, esposos, sociedad, política, etc.) y entender que la única razón por la que estamos aquí, es para ser felices, y obrar en total alineamiento y armonía con lo que somos y queremos ser. Para esto, después de hacernos la pregunta de ¿para qué vinimos a este mundo?, la respuesta más probable de obtener es que estamos aquí para ser felices, lo que nos lleva a su vez a una nueva pregunta: ¿Qué es aquello que me hace feliz?. Es aquí donde radica lo hermoso de la pregunta y es que ésta tendrá una respuesta y un significado único para cada uno de nosotros. Si tu respuesta fue para ser rico, exitoso o ser jefe, piénsalo de nuevo, ya que ninguna de estas conlleva per-se la felicidad.
En mi experiencia, la felicidad radica en encontrar quien soy realmente, debajo de los estereotipos sociales y de la educación que nos enseñó a ser de una manera predeterminada. Es entender y visualizar aquello que está en la intersección de lo que sueño, lo que disfruto y en lo que soy bueno. Allí está el tesoro de la felicidad.
En mi caso, he respondido la primera pregunta, y en efecto mi respuesta es que vinimos aquí para ser felices. Estoy en el proceso de profundizar en la segunda pregunta de “qué significa la felicidad para mí”. Aunque no tengo la respuesta clara ni he logrado consolidar una visualización única de esto, sé que la felicidad para mi tiene muchos elementos de familia, pareja, amigos, liderar a otros, crear, crecer y vivir en un mundo de infinita abundancia y expansión. Aun no se todos estos elementos que figura, idea o concepto formen conjuntamente, y ni siquiera sé si llegaré a consolidarlo, pero ya el haber identificado estos elementos me permite empezar a explorar y disfrutar cada uno de estos aspectos de mi vida que conforman lo que para mí es la felicidad, que al final es la razón de estar aquí y de despertarme cada día.
Y para ti que es la felicidad?, en qué etapa de las 2 preguntas estas?
Juan F. Arango
Twitter: @arango_juan